Nos vamos a ir dejando,
aunque sea por un tiempo:
tus promesas siempre
se me hacen tan esquivas.
¡Dejame ser realista, te lo pido!
Sos una de esas figuritas difíciles:
cuanto más quiero asirte,
más te alejás de mí,
al intentar medirte,
me aburro y me frustro sin medida,
cuando busco llenarme de vos,
quedo vacía de mí,
sola, fría, en la calle,
en Pampa y la vía.
Cuanto más te rehúyo
más me hacés falta.
Sos como un tren que corro
y se me escapa en la distancia,
el convite a una cita
que siempre queda postergada.
Mil veces me dijeron
que no eras para mí,
y yo misma noto
lo extraña que resulta
tu presencia en mi vida...
Debería ser pragmática:
que, para juegos, yo ya estoy grandecita...
Al pan, pan, y al vino, vino.
Y listo.
Basta ya de imágenes
y metáforas forzadas.
Me buscás cuando a vos te viene en gana -
y eso no es justo -,
siempre a las horas más inoportunas...
Me sacás de la cama aún con sueño,
me eludís con la rutina cotidiana,
siempre parece que hay algo
más importante, más urgente
que el deseado encuentro,
y entonces te me vas por la tangente...
De noche me venís como en tibias bocanadas,
me mantenés despierta y expectante,
te presto oído atento,
te abro el pecho,
me desnudo de mi identidad mundana,
te fantaseo como loba en luna llena,
aúllo en el desierto,
me pongo en celo,
bajo la luz, enciendo velas, me desvelo,
te dedico mi música romántica,
tengo, de hecho, varias playlists hechas en tu nombre,
ardés en el fuego de mil y un inciensos,
te presiento en el perfume de todas mis fragancias,
te hago té de vainilla con canela hasta de madrugada,
y, aún así, cuando deseo tenerte,
te escapás de mí con alguna excusa vaga:
que este no es el momento,
que por acá no es, que así no va,
que esto no puede ser,
que no parece prudente ni correcto,
que el mundo ni se entera,
que nunca cambia nada,
que esto no nos dará nada
más que llenar el ocio
o, peor aún, pagar mi propio ego,
que ya pasó de moda
o que no hay nada original en todo esto,
que hay otros y otras, más relevantes,
más hondos, que calan hasta el hueso,
que ellos antes ya fueron un suceso,
y que están los más osados y geniales
que seguro vendrán después de esto:
mirá qué bien lo hacen,
qué bien les va,
mucho mejor que a vos y a mí,
después de tanto, y después de todo,
que ya pasó nuestro mejor momento,
que el horno no está para bollos
ni hoy, ni nunca...
Y es así como me voy despedazando,
me decepciono, me reprocho
el amarte tanto aunque me des tan poco,
me canso de perseguirte hasta en los sueños,
de querer fundirme yo en tus pasos
en camisón, descalza, hasta en los techos,
el buscarte en cada amanecer por mi ventana,
en la penumbra del rincón más íntimo y secreto,
y de luego perderte sin querer
en el primer renglón ni bien abro los ojos...
Me hastía que me hagas sentir inadecuada,
insuficiente, bizarra, anticuada,
pretensiosa, fantasiosa, remilgada,
fuera de mi propio espacio y de mi tiempo,
una loca incomprendida, una ridícula, una desubicada.
Así que acá plantemos, te lo ruego.
No me busques más,
mi querida Poesía:
que en mi rosal siempre sobran las espinas
para que anide tu Rosa adorada.