Voy a beber toda la sed que hay en tus ojos
Voy a dinamitar el tedio en tu mirada
Voy a escalar el arco de tus cejas
y a sembrar todo un jardín de margaritas
desabrochando el último botón de tu camisa.
Voy a fundar una isla en tu pecho
y cruzaré, desnuda, hecha medusa,
el río de tus dudas
para arrastrarte, hecha bruma,
al mar de mis certezas.
En el estrecho del deseo yo te sueño:
te cito en cada noche desvelada,
cada interminable tarde de domingo,
cada mañana de tormenta o de viento
y te hago mío cada vez que así le place a mi deseo.