Como clavel del aire
me hago del viento,
nado en el tiempo,
fucsia y violácea,
desraizada,
como colgando
de la corteza
áspera y hueca
de lo aéreo,
de lo etéreo
de todo aquello
que doy
por muerto.
Clavel del aire:
¡Llevame lejos!
Huyamos juntos,
como dos huérfanos,
de nuestros nombres
de nuestra sangre:
ya nadie llama...
Y mi llamado
aire con sangre,
lágrima y viento,
es el de la huida
de esta herida
fucsia y violácea.