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martes, 10 de agosto de 2021

Mi eterna compañera




Si hay algo que esta peste sí ha logrado 

- además de hacernos crueles, ignorantes y porfiados,

además de pensar "Algo mal este habrá hecho,

habrá sido descuidado, por algo habrá pasado".


Si hay algo bueno y bello en todo esto,

además de los discos y poemas que ha devuelto,

las canciones de ayer, el libro de cocina de la abuela,

el gusto descocido por el arte, las plantas, las macetas,


los amaneceres detrás de tu ventana, el fuego en el hogar,

los chocolates, los bailes ancestrales, las ganas de más mar,

los pájaros que vienen a mi patio, mi gato, el desparpajo,

el sol que, lento, nos deleita entre los dedos, el pelo largo,


la urgencia por salir, correr, vibrar, reír, 

por bebernos la vida a fondo blanco;

si hay algo, será, pues, esa certeza 

que a menudo, soberbios, nos obviamos...


¡Me ha de tocar un día a mí y he de partir!

Tal vez le toque a quien de mí cuida o depende,

y entonces quede sola, viuda, huérfana

o, lo que es peor aún, sin descendencia, en vida muerta.


Confieso que, temiendo lo peor, yo me hice el bolso,

dejé instrucciones breves pegadas a la heladera:

les dije que no quiero ropas negras ni quiero flores,

tan solo una canción, esa que tanto amo,


la que habla de esta soledad eterna que

desde que nací me ha acompañado,

la que suele visitarme en horas como esta

en las que, sola, le escribo a mi eterna compañera.






Sting - It's Probably Me (feat. Eric Clapton) (Original Video Clip)


viernes, 6 de agosto de 2021

Lavanda y miel




"Lavanda y miel":

ella le sugirió,

y él abrió su sentidos a esa sensación,

al sabor y al perfume prohibidos en tiempos de barbijo.

 Ambos consintieron, bien a sabiendas,

y se citaron en un hotel desierto,

centinela silente del secreto,

sin otros huéspedes que disimularan,

sobrevivientes deseosos y sedientos

de desearse tanto mas que lo deseado.


Lavanda y miel

en el perfume de la tersa piel,

en el satén de un roce zen

de dos auras que hasta allí llegaron sedadas

en vital veda de abrazos y besos, en pleno toque de queda.

Y en el encuentro, un salvoconducto a la cordura,

    se desataron las casi ya olvidadas ganas,

implosionaron todas las dudas de la distancia,

y lo que sucedió les dio sosiego y reinó la calma,

azul purpureo, dulce hondonada.


Lavanda y miel:

lame la hiel de la desconfianza,

pero por Dios, dulzor, por Dios, color,

no caigan en promesas vanas,

que vivos y juntos saben que están por hoy 

y de mañana, ya no hay certezas: mañana ya no significa nada.

Sintonizaron con lo fugaz y con lo cruel de ese atardecer

en esa risa, cómplice de lo que es: solo un permiso

auto-otorgado para esconder que el hoy los derrite y que los salva

de un presente gris al que, como adultos, ya resignados, 


tantos llamamos las circunstancias,

rebeldes... sí, pero con causa:

"Lavanda y miel".





lunes, 2 de agosto de 2021

Toque de queda

 

"El dolor es para la humanidad un tirano más terrible que la misma muerte."
                                                                    Albert Schweitzer



    Algún día nos encontraremos con los otros números, los números que no se muestran en las pantallas de los noticieros, con las bajas reales y negras de esto, que en verdad es una guerra contra un enemigo letal e invisible, con la feroz incerteza de la ciencia, con el macabro lucro político que se hizo a costa de tantas vidas humanas, con tanto abandono de personas que se hizo en medio del televisivo "Vení yo te lo explico: quedate casa, ponete este barbijo, usá lavandina, comprá alcohol en gel y lavate las manos"- en la tierra donde nos jactábamos de ser solidarios -, con las cifras frías y sin anestesia de tanto suicidio inducido por esta pandemia detrás de tanta persiana baja y del cartel de una venta que nunca se hizo. ¿Qué hago con este estupor que enmudece a una ciudad entera, qué hago con este ardor tan ácido en la boca del estómago, con la náusea, con esta elación de la sangre que en esta noche húmeda y fría me mantiene alerta y despierta? ¿Lo pongo en remojo en agua hirviendo, como un saquito de té, y me lo bebo como una infusión, como un bajativo? ¿Lo escribo? Perdón. No me animo... 





lunes, 26 de julio de 2021

Inspiración poética






Algunas veces parece que se me pierde

Como una ola que bajo el sol se mece

Y que viene a morir sobre mis propias plantas:

Entonces todos mis días se oscurecen.


Mas esta tarde tibia ella me sorprende

Con un fulgor casi adolescente,

Con un murmullo de voces olvidadas

Que al susurrarme de nuevo me estremecen.


Alguna gente le puede llamar suerte,

Otros podrán decir que se trata de esforzarse,

Mientras que yo prefiero sentarme y esperarla,

- Aunque seguro la juzgarán insuficiente -,


Con mis cuadernos abiertos al poniente, 

Con la avidez de manos áridas y torpes,

Con mis navíos de velas desterradas,

Con dos certezas y dos mil frustraciones.


Y cuando al fin me llega y me posee

En una tarde que la insinúa asequible

Le hago una fiesta que aspira a ser poema

- Aunque en el último verso me traicione -,


A mi adorada y esquiva inspiración poética.






lunes, 12 de julio de 2021

Miguel del Mar

         


      Tenía en su mirada verde mar la desazón de haberse fugado a la calle por primera vez a los dieciséis, aquella noche en la que su papá, borracho, le había levantado la mano a su mamá por enésima vez. Su propia historia no había sido otra cosa mas que una golpiza descarnada del azar: jefes despóticos, como su papá, que lo sacaban de quicio, trabajos truncados por despidos y su unión con Marcela, que lo engañó con un vecino con el que hacía changas los fines de semana para arrimar un mango mas luego de que se enteraron de que Nahuel venía en camino. La noche en que los descubrió a los dos haciendo el amor en su propia cama con la tele prendida para disimular, se hizo a la calle una vez mas, ya no con las mismas ganas de encaminarse como las de las otras veces. Esta vez estaba vencido por tanta paliza vital, y su única intención era la fuga de un mundo que siempre le había resultado hostil sin que su propia naturaleza tuviera nada que ver con la hostilidad. Su único sueño sin realizar era conocer el mar que solamente había visto por televisión, y lo mas parecido que había encontrado como refugio en las calles de esta ciudad era aquel parque lleno de verdor con un lago y una fuente donde, en un rito ciego, se higieniza cada mañana al clarear el día y lava su ropa. 





   Las comadres de feria pasan por donde Miguel fundó su vivienda, entre una pila de diarios, trastos rotos y cajones de madera, y se hacen las cruces. Otros vecinos le acercan algún que otro alimento o abrigo extra los días de frío, pero su medio de vida es la pesca de objetos del vientre maloliente de los contenedores de basura del Gobierno de la Ciudad, de donde saca cosas que le resultan valiosas, útiles o simplemente atractivas por alguna razón, valiéndose de una percha de metal que carga al hombro en sus rondas matutinas y vespertinas a modo de caña de pescar y de cruz: la cruz del sin techo. Se deja ayudar por un carrito robado del chino del barrio, que ya lo conoce bien por entrar a su local por vino y cerveza cuando cae el sol, dejando una estela de mal olor entre las góndolas. La otra vuelta, cayó la yuta con gente del Gobierno, y estuvieron tratando de convencerlo de juntar sus petates e ir a parar a uno de esos lugares donde juntan a los que llaman personas en situación de calle, les asignan alguna changa y les dan de comer y una camita donde dormir luego de una ducha. Pero Miguel del Mar les explicó, con tono cansino y mirada perdida, que él no pensaba quedarse mucho tiempo mas en la ciudad: dice estar solo de paso ahí en el parque, mientras acondiciona un autito viejo que quedó abandonado en el lugar, para pronto tomar la Ruta 2 y así poder por fin cumplir su sueño de ir a posar su mirada verde mar sobre el verdor del mar de verdad.