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viernes, 9 de septiembre de 2022

Adopción de nombre

                                                        




                                                                Llego a Borges,

le entro,

derrito el miedo:

 alegremente me pierdo

en ese laberinto del espejo,

me embriago de Arquetipos y Esplendores,

me lleno los pulmones de eucaliptos,

arribo al otro lado del ocaso,

me encuentro con un sueño sepultado:

                          detrás de los reflejos, presiento que ese Borges me ha nombrado.

 


Me fugo al mar, la invoco a mi Alfonsina,

acaricia la espuma mis talones,

evoco a quien mi nombre me ha legado

y grito, en el romper de un nuevo oleaje, en el despunte del otoño de mis días,

“Madre, Vos, con mi nombre, te has equivocado.”

Desde hoy, si él llama, diganle que yo a mi nombre lo he cambiado,

que no pienso irme a dormir, no todavía,

 que, a pesar de todas las heridas, aún tengo sed y hambre de vida,

que este es apenas mi bautismo de sal en la Poesía,

y que, desde hoy, en Libertad, de pie, a viva voz, decreto Yo que mi nombre es     Alfonsina Borges.