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viernes, 9 de septiembre de 2022

Subjuntivo

                                                     



                                                   Debería quitarme el Subjuntivo,

                                                        ese modo sutil y complicado

de querer el calor cuando hago frío,
de preferir tu seco a mi mojado
y de añorar aquello que no ha sido
desperdiciando así mi Indicativo.


Debería quitarme de los labios
la expresión cotidiana del deseo
que a una magia falluta subordino,
todo eso que cuelgo del destino
para cuando de cambio sople el viento 
haciendo impersonal a mi albedrío. 


Debería empezar esta mañana 
abonando la tierra de esto tengo,
desmalezar a mi jardín del ojalá,
con mis muertos enterrar a mi pasado, 
asumir que mis miedos son mis riesgos 
y desterrar como hereje a la esperanza 


de ser otra en el tiempo, de otra horma, 
una mujer sin nido pero alada,
una que vuela más alto y ve más lejos...


Yo debería, vida, mas no puedo:
el deseo es el as bajo mi manga
y yo llevo al Subjuntivo en el alma.

Del color de febrero

                                                         

                                                               Tanto afán por perdurar,

 por cumplir un año más,
tanto brindar y celebrar
por otra meta a alcanzar,
por otro sueño a realizar...

Solo la cordura pido
de acordarme siempre de esto
— mi plegaria en el silencio  :
 la vida me arde como el fuego
y es del color de febrero.

Que no me olvide nunca de eso:
que la vida no es llegada ni partida
sino andar de travesía,
como agua cristalina
entre piedras del desierto.

(Fuego y agua: aquí van mis tres deseos...)

Que me asista la humildad
de estar siempre bien parada
para recibir la oleada.
Que la fuerza de mi viaje
sea un prisma singular.

 Que en el libro que yo escriba
nunca editen mi destino,
que nada haya de ejemplar
en mi propio capítulo,
ni se espere un gran final.

Los secretos culinarios del amor

 

"La vida entera transcurre en la cocina."

Marcela Serrano, "Nosotras que nos queremos tanto".





Los secretos del amor son culinarios:
en el amor, igual que en la cocina, 
 se bate, se amasa, se tamiza,
 se revuelve, se vierte, se alisa,
se rellena, se decora y se atempera;
las cosas claras y el chocolate espeso.  

El horno no está siempre para bollos
y a veces todo sólo sabe a nada,
otras, en cambio, la boca se hace agua,
pasan días sin comerla ni beberla,
noches en que, con aguardiente, nada se siente,
 hambrunas y tiempos más fartucos.

En la cocina, igual que en el amor,

algunas veces te cuelgan la galleta
y las migas que te dejan son eternas,
otras, el hambre se junta con las ganas,
picoteando te arruinan la comida
y quien atiza el fuego es el demonio.

"Lo que no engorda, mata", decía mi abuela 
 - una ley aplicable en el amor.
Quiero morir, mi bien, 
plena de pulpa y pimienta,
de mariposas la panza llena,
y en la cocina, flotando en tu olor.

Te digan las rosas



"Te digan las rosas todo lo que yo te quería decir"
, leía la esmerada tarjeta, en cuidada y masculina cursiva, que llegó a su oficina coronando un magnífico ramo de rosas rojas aquella mañana después de la noche en la que se habían citado por primera y única vez. 


-Pobre tipo, sus buenos mangos le habrán costado...

La llamó por la tarde, confiado de haberla ganado. Ella puso mil excusas, que hoy estaba cansada, que mañana no podía, que el fin de semana se le complicaba. 

- ¿Qué pasa, linda? ¿No te gustaron las rosas?

- Es que a mí las rosas no me dicen nada...

Es así como te rezo



Siempre que tu nombre invoco 

Siempre que tu nombre invoco
Siempre que tu rostro evoco
En cada pedazo de pan que como
En cada dulce sorbo de vino que tomo
Siempre que me embarga tu recuerdo 
Siempre que se arregla algo roto
Siempre que dudo de vernos de nuevo


Siempre que por fin me recuesto
Siempre que pongo mi mente en reposo
Siempre que algo me hiere y lloro
Siempre que, insomne, te lloro
Siempre que me arrodillo y oro
Siempre que quiero encontrar el modo
Es tu nombre al que invoco


Siempre que la luna se oculta tras nubarrones oscuros
Siempre que el mundo se me hace extraño
Sé que es tiempo de que cambie algo


Siempre que tu nombre invoco
(Siempre que tu nombre invoco)
Es así como te rezo
De dicha inusitada me colmo
Siempre que al fin me recuesto
Siempre que intento dar paz a mis pensamientos
Siempre que me siento herido y lloro
Siempre que, insomne, te lloro
Siempre que caigo abatido
Mas allá de aquello en lo que ya no creo
Siempre que tu nombre invoco 
Siempre que tu nombre en voz alta invoco
Es así como te rezo

Siempre que el mundo me amarga
Siempre que una lágrima se me escapa
Siempre que la tele me enfurece
Siempre que el miedo me estremece
Siempre que el cielo anuncia tormenta
Siempre que pierdo mi razón de vida
Siempre que dudo de verte de nuevo

Siempre que el sol no asoma en mi cielo
Siempre que cae un tremendo aguacero 
Siempre que pierdo aquello que creía propio
Siempre que de dolor cierro mis ojos
Siempre que me arrodillo en oración
Siempre que quiero encontrar el modo
Es tu nombre al que invoco

Siempre que me angustia el ocaso
Siempre que me sé vulnerable y pequeñ@
Siempre que siento que podría morir hoy mismo
Siempre que mis lágrimas reprimo

Siempre que tu nombre invoco
Siempre que tu rostro evoco 
Siempre que tu nombre invoco
Es así como rezo

Siempre que tu nombre invoco
Siempre que tu rostro evoco
En cada pedazo de pan que como
En cada dulce sorbo de vino que tomo
Siempre que al fin me recuesto 
Siempre que pongo mi mente en reposo
Siempre que me siento herido y lloro
Siempre que, insomne, te lloro,
 
Siempre que caigo abatido
Mas allá de aquello en lo que ya no creo
Siempre que tu nombre invoco
No importa cuánto tiempo demore
Algún día nos reencontraremos
Siempre que invoco tu nombre
Que nadie jamás se equivoque
Ese día durará por siempre


Sting - Whenever I Say Your Name (Official Music Video) ft. Mary J. Blige