Una mujer en la barra de un bar
es casi como un acto de desnudo:
un espectáculo digno de admirar
para todo solitario empedernido,
una buena invitación a adivinar
qué será lo que hasta ella la ha traído.
Una mujer sola, oscura, en un bar
entre algunos borrachos sin sentido
tiene más que una pena que olvidar,
el dolor que le causa algún descuido;
su presencia se hace afrenta popular,
sentada y desarmada, es casi un alarido.
El barman, atractivo y singular,
iniciado en las artes celestiales del batido,
el veneno indicado ha de mezclar
siendo su fuerte el pasar inadvertido.
- Señora, dígame qué va a tomar?
Imagino que bien helado lo querrá...
- ¿Si fueras yo, qué elegirías tomar,
si es que no quisieras darte por vencido
en tu objetivo de estas Fiestas poder saltear?
Que sea algo bien fuerte y bien servido,
algo que al menos me haga olvidar
que se impone estar festivo...